Es un delito tan terrible que nadie admite haberlo cometido. No obstante, todos conocemos a algún culpable.
Los detalles se los dio a la BBC un radioescucha llamado Daniel Sarano, de Nueva Jersey, Estados Unidos.
"No tengo ningún interés en escuchar sobre la vida privada de extraños; no disfruto con el voyerismo auricular", escribió.
"Si alguien quiere decir 'Amorcito, ya casi llego a casa', está bien. Pero si van a discutir negocios o, peor, su vida privada, ¡que se lo guarde hasta que llegue a casa! A las generaciones anteriores les habría parecido tremendamente descortés".
Aunque efectivamente suene como una queja de alguien muy del siglo pasado, la verdad es que a la mayoría de nosotros en algún momento nos ha molestadoque alguien hable por teléfono al lado nuestro.
Y, para ser justos, casi sin darnos cuenta, la mayoría de nosotros lo hacemos.
¿Por qué será que solemos hablar alto al teléfono? ¿Habrá una explicación perfectamente científica que resuelva este enigma?
Para encontrar la respuesta vamos a tener que internarnos en los mecanismos de la telefonía.
Repasemos el principio
¿Quién inventó el teléfono?
Alexander Graham Bell.
En realidad, la respuesta no es tan sencilla, y en la parte complicada encontraremos parte de lo que buscamos.
Resulta que el ingeniero estadounidense Elisha Gray presentó una solicitud para la misma patente del teléfono, en la misma oficina, el mismo día... unas horas antes.
Para desgracia de Gray, sus documentos se quedaron en el fondo de la pila de solicitudes, mientras que la de Bell fue por vía rápida y recibió el preciado sello de aprobación.
Un error administrativo trivial que hizo que fuera Bell quien pasara a la historia.
A recoger el fruto de... su suerte
El afortunado llevó su invento al gigante de comunicaciones de la época: Western Union, para hacer un trato.
"Le dijeron: 'Mmm... no sé... me parece un poco caro", le cuenta a la BBC Greg Jenner, historiador y autor de "Un millón de años en un día: una curiosa historia sobre la vida cotidiana".
"Lo que pasaba era que el presidente de Western Union odiaba con pasión al suegro de Bell, así que lo rechazaron y contrataron a (Thomas Alva) Edison, que era el gran genio estadounidense, y a su némesis, Elisha Gray, y ambos empiezan a trabajar juntos en un aparato que rivalizara con el de Bell".
Pero, a la hora de la verdad, ¿quién había hecho el mejor teléfono?
"Aparentemente el de Gray tenía una tecnología más avanzada. Sin embargo la contribución crucial la hizo Edison, quien muy pronto diseñó un micrófono muy sensible hecho de carbón y es tan efectivo que no tienes que gritar", enfatiza Jenner.
Y esa no era la única ventaja. Los primeros teléfonos tenían un pequeñísimo retorno, llamado tono lateral, que resultó ser muy útil, pues podías escuchar el volumen de tu voz.
Aún hoy, todos los teléfonos fijos vienen con tono lateral, cuidadosamente diseñado específicamente para evitar que vociferemos en la oficina o en la sala de la casa.
Entonces, ¿el problema son los celulares?
¿Será que no tienen tono lateral?
"La mayoría de los móviles tienen tono lateral", le dice a la BBC el tecnólogo acústico Nick Zakarov desde Dinamarca... por teléfono y sin gritar.
"El problema es que no usamos los celulares en un lugar fijo, y a menudo tiene que competir con el ruido que te rodea".
Así que la razón para que gritemos al usar teléfonos móviles es que son móviles.
Se trata de un fenómeno conocido como el Efecto o Reflejo Lombard, descubierto en 1909 por el otorrinolaringólogo francés Étienne Lombard.
Descubrió que tenemos una tendencia natural a aumentar el volumen de nuestra voz cuando estamos en un ambiente ruidoso.
Y modulamos nuestra voz en referencia al sonido más alto que estemos escuchando, ya sea una motocicleta estruendosa o la persona que está a nuestro lado.
Por eso, incluso cuando estás en un lugar silencioso, como tu medida es el sonido más fuerte, a la otra gente le suena como que estás gritando.
En resumen: gritamos al hablar por celulares por una combinación del Efecto Lombard y un tono lateral que no está equipado para lidiar con la movilidad de los móviles.
O, en opinión de algunos, por maleducados.
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